jueves, 26 de marzo de 2009

Él

Él es extraño, mucho, muchísimo. Nadie es como él, él no se parece a nadie. Es divertido, antipático, rencoroso, sentimental, antisocial, en exceso antisocial. Es maniático y criticón. Es en extremo criticón, igual que yo, igual que el otro, somos iguales pero tan diferentes. Hoy seguimos comportándonos igual, gozando igual, hoy seguimos sin poder montarnos juntos al ascensor con otras personas porque aún no hemos aprendido a controlar la risa. Hoy seguimos riéndonos, de todo y de nada, igual que siempre, hoy seguimos sentándonos a comer sin seriedad. Hoy sigue mandándome a preguntar todo, porque sigue igual de penoso. Lo admiran todos, lo admiro yo. Con él me he divertido siempre, a él lo he respetado siempre, a él lo voy a querer siempre. Él es mi profesor, mi amigo, mi inspiración. Él es el ejemplo de que sí hay hombres que valen la pena, de que sí se puede lograr lo que se quiere, de que sí se puede vivir de lo que te apasiona. Él, siempre tan él, nunca diferente. El que espera en la casa hasta que ya no hay nadie en el pasillo para salir y siempre me hace reír. El que hoy es amigo y colega de su profesor favorito. El que no baila nada, pero cuando baila es divertidísimo, el que me critica todo, el que se alegra cuando no tengo novio porque sabe que siempre voy a acompañarlo en sus planes. El que llama cien veces a la casa, el que siempre me dice “marica” de una manera tan particular, mi aliado en sabotear al chiquito y también el aliado del chiquito para sabotearme a mí. El más grande, el más inteligente, el más responsable, el más casero, el más amargado, el más arrecho. El que ya se fue, pero sigue estando igual que siempre. Él es adicto al cine, a la literatura, a la buena música, a la coca cola, al dinero.

Él, que ha estado conmigo durante 26 años, que va a estar conmigo siempre, él, que me manda a tener hijos porque ya quiere ser tío, el mejor tío del mundo.

Él hoy está de cumpleaños.

Él es mi hermano, el mejor hermano mayor del mundo.